“Yo no tengo recuerdos de Noemí de esa época. Ella ha contado que me conoció tirando piedras en el rocazo y es cierto que tiré piedras. No era tan chico, tenía 17 años, pero sí parecía de 15. Tampoco usaba ya pantalones cortos, además era invierno y no se usaban con el frío. El primer recuerdo que tengo de Noemí no es de ella sino de un compañero de militancia sindical bastante mayor que yo y muy querido por mí (que murió hace años), Horacio Casco. Fue como mi maestro durante la dictadura. El venía de la CGT de los Argentinos y como conocía que yo era del valle me preguntó una vez por «Noemí Fiorito», con quien él había militado y a quien apreciaba muchísimo. Vi por primera vez a Noemí en Buenos Aires, por el año 81 debe haber sido, porque fue esa época cuando estuve en el estudio jurídico en donde estaba Menem. Ahí fue Noemí, que conocía a varios viejos del estudio, entre ellos a Landaburu, que era mi padrino en eso y que me la presentó. La volví a ver como 15 años después cuando yo era juez en Junín y tenía enfrentamientos con la policía por defender el buen trato a los presos. Entonces conseguí que desde Neuquén fuera una comisión de la APDH para presionar ante la policía y los políticos de la zona. Fue Noemí con Nerea e hicieron un buen trabajo. Ahí le conté cuando la había visto por primera vez y lo que me había dicho Horacio Casco.
Cuando renuncié como juez y me instalé en un estudio de otro abogado en Fiske, Noemí me fue a ver para que interviniera en las causas penales de la Confe. Eso sería en el año 97. Yo no tenía idea de derecho indígena, pero sabía el derecho penal del estado. A partir de ahí tuve una relación permanente con Noemí y siempre que pude le agradecí, también públicamente, el haberme vinculado con la Confederación. En todo hablábamos el mismo idioma, aunque tuviéramos tanta diferencia de edad, que hoy no es mucha. Yo era como su ahijado, o por lo menos ella me adoptó.
La última vez que la vi fue en su departamento. Mi mamá antes de morir me había dejado unas revistas Primera Plana de la década de 1960 y en una de ellas, creo que, del año 64, había una nota del trabajo de extensión de la Universidad de Buenos Aires en las barriadas de Avellaneda con un reportaje a Noemí. Cuando descubrí eso esperé ir a Neuquén y le llevé la revista de regalo. Hoy querría guardármela. Siempre hablábamos de las cosas para hacer, ella tenía una propuesta y yo buscaba como llevarla a la práctica, así como hicimos con el posgrado en derechos humanos de la facultad o la vinculación entre el ODHPI y la Universidad. Ella, como buena integrante de una familia católica, trabajaba igual que la Iglesia para modificar la realidad a largo plazo. Y bien que lo consiguió.”
𝙅𝙪𝙖𝙣 𝙈𝙖𝙣𝙪𝙚𝙡 𝙎𝙖𝙡𝙜𝙖𝙙𝙤 𝙨𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙉𝙤𝙚 𝙇𝙖𝙗𝙧𝙪𝙣𝙚, socia fundadora e integrante de la actual comisión directiva del ODHPI.
A un mes de su partida: P̲R̲E̲S̲E̲N̲T̲E̲,̲ A̲H̲O̲R̲A̲ Y̲ S̲I̲E̲M̲P̲R̲E̲!̲